Contexto histórico

En octubre de 1934 tuvo lugar la célebre Revolución de Asturias, considerada por muchos historiadores como el preludio de la Guerra Civil. La revolución fue sofocada pero el ambiente guerracivilista no se recondujo, más bien al contrario, se avivó.

Acabando el año, se disolvieron las Cortes y fueron convocadas elecciones generales para el mes de febrero del año 1936. El resultado fue ajustadísimo, casi un empate técnico entre las derechas y las izquierdas. De aquellas elecciones nació la tercera y última fase de la II República con el Gobierno del Frente Popular. Así, comenzó en España uno de los episodios más agitados de nuestra Historia Contemporánea, un breve período desde febrero a julio de 1936.

En abril, el hasta entonces Presidente de la II República cayó y fue sustituido por Manuel Azaña quien se mostró incapacitado para mantener el orden. Fue un tiempo de caos, revueltas, huelgas, luchas callejeras... El uso de las armas se generalizó y las milicias obreras actuaban como un aparato paramilitar, ajeno al poder oficial.

El 13 de julio, José Calvo Sotelo (diputado monárquico y ex ministro) es asesinado. Entonces, todo se precipitó. Días después el general Franco se sublevó y estalló la Guerra Civil.

Paracuellos: los hechos históricos

En las laderas de Paracuellos del Jarama habían aparecido desde el comienzo de la Guerra Civil cadáveres de diversas víctimas de la represión incontrolada. Esta represión se inició en Madrid el mismo 18 de julio, por parte de los partidos y sindicatos, en las doscientas checas que se instalaron. Los muertos rebasaban los cien diarios, sin previo proceso.

Pero los asesinatos en masa y los enterramientos en grandes fosas comunes, empezaron el 7 de noviembre de 1936 y se prolongaron durante todo ese mes y comienzos del siguiente.

Madrid fue, durante la Guerra Civil española, la capital de la muerte. Según los datos que aporta el general Salas Larrazábal, las víctimas producidas por el Frente Popular fueron 16.449, una cifra espeluznante. De esa cifra, hay enterrados en Paracuellos del Jarama unos 10.000, de entre los cuales fueron identificados como provenientes de las sacas de las cárceles madrileñas de Porlier, San Antón, Ventas y la Modelo.

Además de los enterrados en Paracuellos, hay más víctimas en Torrejón de Ardoz y existen datos de otras 296 víctimas inmoladas en el término de Vicálvaro. También se conocen los nombres de 66 personas asesinadas en el llamado "Túnel de la muerte". A todo ello hay que sumar los caídos en el Cuartel de la Montaña.

Autores como Ricardo de la Cierva y los generales Salas Larrazábal y Rafael Casas de la Vega, atribuyen a Santiago Carrillo la responsabilidad en los fusilamientos. En la noche del 6 al 7 de noviembre, Carrillo había sido designado Consejero de Orden Público, es decir, inmediatamente antes de que comenzaran las sacas. Carrillo ejercerá sus funciones hasta el 24 de diciembre, según sus propias revelaciones.

En numerosas declaraciones y entrevistas, Carrillo negó rotundamente su culpabilidad, arrojándola sobre su subordinado llamado Segundo Serrano Poncela, a la sazón, Delegado de Orden Público a las órdenes de Carrillo para la relación con la Dirección General de Seguridad. Carrillo insinuó que los asesores soviéticos fueron responsables en principio de la iniciativa de las sacas. Pero lo cierto es que -tal y como demostró contundentemente el general Salas- Madrid estaba totalmente controlado por la Junta de Defensa.

El Ángel Rojo

Los asesinatos en masa terminaron cuando el conocido como El Ángel Rojo, Melchor Rodríguez, impone su autoridad en las cárceles de Madrid.

Melchor Rodríguez era un sevillano que a su llegada a Madrid se afilió a la CNT, actividad que le permitió
conocer a fondo la dureza de las cárceles. A finales de 1936, corriendo el mes de diciembre, fue nombrado
Delegado Especial de Prisiones.

Al ocupar su nuevo puesto inmediatamente prohibió las sacas nocturnas y de madrugada. Expulsó de
las prisiones a los milicianos de Vigilancia de la Retaguardia y las puso a cargo del Cuerpo de Oficiales
de Prisiones. Exigió que se prohibiese toda salida de la cárcel a no ser que la orden llevase su firma y su sello.

En definitiva, trato de parar el horror. Fue verdaderamente un ángel que salvó a miles de personas en la Guerra Civil. A personas de una ideología diferente a la suya.

En definitiva, una buena persona que no reparó en jugarse la vida en numerosas ocasiones, enfrentándose incluso a una turba en la prisión de Alcalá de Henares.

Los hechos históricos

El testimonio de Félix Schlayer

El alemán Félix Schlayer estuvo en España durante el primera año de la Guerra Civil española.

Salvó la vida de cientos de personas, a las que refugió en la Embajada de Noruega, en la Calle José Abascal. Pocos días después de que se produjera la masacre, Schlayer descubrió las fosas de Paracuellos.

En 1938 publicó un libro titulado "Memorias de un diplomático en el Madrid rojo". En él relataba todo lo vivido en primera persona en aquella España en guerra. También da cuenta en el libro de su terrible descubrimiento: las fosas de Paracuellos del Jarama.

Su testimonio es una fuente histórica de primera magnitud.